Ana Karenina II: Capítulo XI

10/02/2011 1.555 Palabras

Ana KareninaSegunda parte: Capítulo XI de León Tolstoi Aquello que constituía el deseo único de la vida de Vronsky desde un año a aquella parte, su ilusión dorada, su felicidad, su anhelo considerado imposible y peligroso –y por ello más atrayente–, aquel deseo, acababa de ser satisfecho. Vronsky, pálido, con la mandíbula inferior temblorosa, permanecía de pie ante Ana y le rogaba que se calmase, sin que él mismo pudiera decir cómo ni por qué medio, –¡Ana, Ana, por Dios! –decía con voz trémula. Pero cuanto más alzaba él la voz, más reclinaba ella la cabeza, antes tan orgullosa y alegre y ahora avergonzada, y resbalaba del diván donde estaba sentada, deslizándose hasta el suelo, a los pies de Vronsky, y habría caído en la alfombra si él no la hubiese sostenido. –¡Perdóname, perdóname! –decía Ana, sollozando, y oprimiendo la mano de él contra su pecho. Sentíase tan culpable y criminal que no le quedaba ya más que humillarse ante él y...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info