XVIII. “Si el rey no acaba, el reino acaba” (1595-1598)
Mientras unos se reían del aspecto soñoliento y perezoso del heredero al trono, en 1595 también se podía escuchar en Castilla un pareado que expresaba el agotamiento popular ante las exigencias de la política exterior filipina: “Si el rey no acaba, el reino acaba”. Los primeros signos de esta actitud, surgidos en torno a 1580, habían terminado por convertirse en una clamorosa oposición a la política de Felipe II. Cuando en 1592 regresó de Aragón, donde había celebrado Cortes en Tarazona para resolver los conflictos del reino, las gentes de Madrid asistieron consternadas a su cadavérica entrada en la villa. Los médicos le aconsejaron que cambiara sus costumbres y su ritmo de vida si deseaba sobrevivir algunos años más. Es posible que el Rey Prudente, a medida que se acercaba un nuevo siglo, se viera como un anciano, como un personaje del pasado, parte ya de la historia de España. En 1593 el archivero de Simancas le informaba de que entre los legajos a su cuidado...
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